CARTA DESDE EL CERRO LAS VIZCACHAS
Por MARIO AGUIRRE MONTALDO
Me costó gran trabajo llegar a comprender el concepto de Dios compartido por los habitantes de los objetos voladores no identificados en mi única experiencia de trato directo con ellos. Esto ocurrió el año 2015 cuando pernoctaba en la cima del cerro Las Vizcachas, en la región de Valparaíso, Chile.
Los pormenores del encuentro quedaron escondidos en un acto perfecto de represión de mi memoria. No puedo recordar cómo fue que llegué a la nave ni cómo salí de ella. Solo recuerdo que permanecí en su interior por espacio de varias semanas, al menos en una sensación subjetiva, pues bajé de la montaña al día siguiente a este mundo, sin que nada hubiera cambiado.
No daré detalles del interior de la nave porque nuestro lenguaje es muy abreviado para proponer una exacta descripción de un lugar despojado de nuestra lógica humana y, la verdadera intención de esta carta, es hacer el máximo esfuerzo por transmitir el concepto de Dios que allí aprendí.
Hablo deliberadamente de “concepto de Dios” para que el lector alcance una noción aproximada y medianamente reconocible de lo que voy a señalar, pues no se trata de un “dios” como lo han formulado las religiones humanas, con rostro humano, con una pasada o aventura terrenal, ni lenguaje material, escrito, ni espiritualidad. Lo que me transmitieron los visitantes fue una explicación de un orden de las cosas, aunque el término “explicación” cobra, así mismo, obsolescencia en este caso.
Y para no hablar de Dios, ellos usaban el concepto nuestro de “creación”. La creación se funda en la simetría y la equidistancia. Todo lo que existe en el universo se origina, se modela y se configura desde la simetría. El tiempo es simétrico y sus ciclos son equidistantes. La mayor creación es el tiempo, sin el tiempo imperaría la nada. El tiempo es una semilla perfecta y gracias a él, la creación recorre los objetos, salta de uno a otro, está en todo lugar y viaja en brazos de la perpetuidad, dejando que los fenómenos cósmicos u orgánicos desorden el equilibrio, pues ineludiblemente, todo acaba terminando otra vez en la simetría, el significado primordial en que habita la creación.
Si algo se altera, se perturba o desordena, se crea de inmediato un ejemplar de ese algo en equidistancia, por regla para sostener el balance del universo. Por lo que nos concierne, esta teoría sugiere entonces que existe otro planeta igual al nuestro en alguna parte, en una representación que desconocemos. Sin simetría no hay tiempo, dicen los visitantes.
Es tan abstracta, múltiple y compleja esta noción que exponen los visitantes que se hace difícil tratar de comunicarla con la libertad, simplicidad y familiaridad con que lo hacen ellos. Me cuesta asimilarla y a veces pienso que fue un sueño, sin embargo, la realidad fragmentada y turbia que transmiten mis pobres percepciones humanas, ha ido poco a poco calzando los hechos y los acontecimientos con la idea del orden original. La vida y la muerte son un tránsito arrítmico, desregulado, a veces caótico, para llegar al paralelismo que necesita el tren del tiempo para transitar.
Puede que los visitantes no tengan razón y lo que yo hago sea someterme al imperio de la “autoridad” intelectual que evidencia su tecnología superior, su capacidad para viajar por los espacios y por la fascinación de su palabra simple y exenta de rastros y cultos terrenales de auto referencia humana.
Solo dejo esta carta para el que quiera leerla.
Un abrazo.
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((Fotografía de Portada: En la cumbre del Cerro Las Vizcachas, a poco más de 2000 m.s.n.m, en la Cordillera de la Costa de la Región de Valparaíso, Chile.))
Interesante. La concepción de simetría nos remite a la sostenibilidad o red de todo lo existente en una diversidad espacio temporal donde cada latencia o punto de esta red es idéntica a cualquier otro, es el concepto aplicado en una proyección lumínica de un holograma…Las culturas humanas no históricas nos relatan esto en sus mitos de creación cósmica y de la humanidad…Así pues aún cuando el relator de la carta inicio su encuentro desde el cerro volvió a este al termino del contacto con los “visitantes” ( simetría espacial de Euclides)
Tampoco podemos dudar de la estabilidad de la sique de quién nos postea, pues la evidencia apreciable mundial de los avistamientos de objetos con comportamiento tecnológico extraño y extravagante para la física aérea de las grandes potencia que reconocen que sus espacios de seguridad aérea han sido copados sin ser posible evitarlo cosa que ha sido noticia reciente en las redes oficiosas del periodismo a nivel global…
El concepto de dios o dioses siempre a sido aplicado en términos de ciclos de creación- destrucción o de intervención por las religiones, es algo a escala humana para intentar aprender el sentido y dirección de estar aquí, es una magnitud síquica discreta para sacudir la angustia existencial, la búsqueda de sentido de lo vivo en lo cósmico…
La propuesta transmitida trasciende dicha angustia, y quizás por ello a la humanidad no le parezca de interés.
El posteo como relato nos devuelve a la dimensión mágica de la realidad. Gracias.-
Me da la impresión que “la simetría” es más un simbolismo, una figura del lenguaje. De hecho, la geometría es una ciencia formal y no fáctica.
Agitar y remover la imaginación es el objeto central de la literatura. Logrado.
Gracias Mario por tu carta. No existe nada más poderoso que el Deseo Humano.
Descartes, hace casi 3 siglos, dijo: “dubito, ergo cogito, cogito, ergo sum.
Sin embargo, tu carta me acerca más a mis emociones, al impulso que precede al Deseo, me acerca a la duda, que orienta mi pensamiento, y, a lo fundamental; a nombrar, “eso”, que siento y pienso, entonces, recién, me autorizo para existir y ser, esa que soy.
Siento, luego deseo
Deseo, luego dudo
dudo, luego pienso
Pienso, luego nombro
Nombro, luego existo
Existo, luego soy
Un abrazo agradecido